11 de marzo de 2010

Tu recuerdo


Lo primero que vi fue una imagen conocida de mi llanura cerebral. La recordaba árida, espinosa e inhóspita. Ahora, algo difería de aquella desapacible visión, me parecía ver algo nuevo, diferente. Algo cálido, agradable, pero casi imperceptible. Abandoné el resto de mis sentidos para sólo concentrarme en el visual, reenfoqué y comencé un lento scanneo por la corteza superficial.

Efectivamente mi mente había cambiado. A pesar de parecer la misma a simple vista, luego de observarla con detenimiento, minuciosidad y precisión podía notar que en varios de los huecos remarcados por hondas cicatrices había aparecido una delicada suavidad que luchaba por limar los ásperos bordes de sus precipicios. Pequeñas y delicadas formas ganaban terreno y modificaban mi masa encefálica, casi podía verlo mientras sucedía.

Una grata sensación de bienestar me invadió al percibirlo, una mueca de felicidad se dibujó en mi interior, casi la primera en mucho tiempo.

Dejé que la incipiente dicha me invadiera y me permití regocijarme en ella.

Y mientras flotaba en el mar de la tranquilidad, desde el horizonte más lejano comenzó a acercarse velozmente una catarata de minúsculas y breves imágenes, que al acercarse cobraban luz y color por un segundo, para luego de ese ínfimo descanso, seguir su camino hacia el extremo opuesto de mis cavidades oculares.

No podría asegurar cuánto duró la proyección, la sentí casi infinita pero al mismo tiempo sé que duró sólo unos instantes. Y cuando estaba por terminar la velocidad disminuyó de golpe, dejándome ver un fragmento clave de la película.

Y ahí estaba yo, antes. Tardé en reconocerme pero era yo. Yo hace un tiempo, un par de años atrás, todavía inmaculada. Me vi de espaldas. Mi vista, como si fuera la cámara, me ofrecía una visión cenital. Comencé a descender y a rodearme buscando mi rostro, mi pelo negro y largo lo cubría. Estaba cabizbaja, mirando el suelo. Bajé entonces la cámara para lograr un plano en contrapicada y así poder verme. Acerqué el foco hasta un primerísimo primer plano y entonces mi ser pasado levantó la vista hacia la lente. Percibí su mirada sobre la mía, no observaba una cámara, me miraba a mí, ella sabía que yo estaba ahí, observándola.

Noté su gran desdicha, su corazón herido provocándole una inmensa pena. Intentaba transmitirme algo a través de la pantalla, algún conocimiento útil para mi vida, algo que ella sabía pero yo no podía recordar. Me esforcé por conectarme con ella, y poco a poco sentí que mi ser me abandonaba para atravesar la lente y fundirse con mi yo pasado. No sé cómo pasó pero de repente mi conciencia dio un salto temporal y me situé del otro lado de la proyección, ahora me veía a mí misma pero desde el otro extremo. Yo era la del recuerdo y la del otro extremo del film la del presente.

Entonces un remolino de dolor inundó mis sentidos, una infinita tristeza sacudió mi cuerpo como si una increíble ráfaga de viento golpeara un indefenso y solitario junco partiéndolo al instante con su fuerza. Rápidamente el recuerdo se hizo carne en mi persona, no desde la imagen ni la razón, sino desde el puro sentimiento. No tenía información sobre lo que me había destrozado de tal manera pero sí supe que era algo relacionado con los vínculos humanos. Lo supe en mis entrañas, como un conocimiento ya adquirido desde la experiencia vivida, no recordaba haberlo vivido pero sí sabía que lo había hecho.

Una alarma se encendió en ese momento, un presagio que intentaba advertirme sobre el peligro que implicaba relacionarme íntimamente con otros seres humanos. Sobre el enorme suplicio que ya había sufrido por el abandono de alguien muy amado.

Cerré los ojos ahogada por la angustia que estaba experimentando, cuando sentí que una mano agarraba mi brazo y me arrastraba violentamente. Atiné a abrir mis párpados para ver lo que estaba sucediendo y me encontré con el rostro desencajado y asustado de Marcelo.

Banda de sonido: Tu recuerdo - Ricky Martin

10 comentarios:

  1. ay, qué terrible sensación...el peligro se siente cerca, pero no sabemos donde está

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  2. Hay cosas que mejor no recordar. Pero como dijo Nietzche, lo que no te mata te hace más fuerte.

    Besos!

    D

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  3. Hola! me encanta tu historia... ¿continúa? Saludos!

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  4. Muy lindo tu blog!!
    Pasate por el mío y opina :)
    Suerte que empiezes un lindo otoño!!

    Sabrina-

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  5. encontré ayer tu blog... lo he leido y me gusta mucho... veo que publicas de poco en poco... pero estoy impaciente por saber algo mas de tu historia, gracias por contarla, demuestra que tu nueva yo ha tenido que ser fuerte
    espero mas
    bst

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  6. y... la memoria sensorial siempre es más tenaz que la otra.

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  7. Hola!!
    "no recordaba haberlo vivido pero sí sabía que lo había hecho…" Debe de ser una sensación muy extraña!!!!
    Me encantó tu blog!!! Lo enlazo para volver..
    Un Besoteeeee

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  8. uuufff las sensaciones son muy poderosas, como cuando sales de casa y piensas todo el tiempo en que se quedó algo, y te sientes vacia, o cuando te queda en la memoria el sueño que tuviste añoche......

    recordar no es malo....hay q saber manejarlo

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